La Nutrición se ha convertido en uno de los elementos
centrales de las opciones de vida
“alternativas”. Contradictoriamente,el consumo global de alimentos
procesados, impuestos por unas concretas formas de vida, y los intereses comerciales
de la gran industria de alimentación aumentan
exponencialmente. La “nueva alimentación” es una realidad
caleidoscópica y compleja en la que se unen nuevas dietas, ejercicios
físicos, vuelta al consumo de productos locales... que suele corresponder
con una concreta realidad social y económica, muy unida a la clase media y
su visión de la sociedad y el individuo. Uno de los temas centrales de este
nuevo paradigma en la alimentación ha sido hasta la fecha la prevención de
enfermedades. Es uno de los temas que más debate han suscitado, en gran medida,
porque obliga a abordar políticas de prevención, que muchas veces se enfrentan
a los intereses económicos. Sin duda, el cáncer y su relación con la dieta es
uno de los temas más polémicos. Presentamos este mes uan entrevista con Odile
Fernández. De formación médica es una de los divulgadores que de manera más
optimista, y alejada de visiones polémicas se ha acercado a la cuestión de la
alimentación y el cáncer. Enfermedad que padeció hace siete años. Sus libros
son bestseller de gran éxito en todo el mundo.
Odile, te has convertido en una “activista” que defiende otra
Alimentación como una forma de enfrentarte al Cáncer. ¿Qué papel jugó esa
alimentación en la lucha contra la enfermedad en tu caso, frente a los
tratamientos médicos tradicionales?
En mi sanación influyó todo lo que
hice, tanto el tratamiento médico oficial como un determinado estilo de vida en
concreto. Es difícil de cuantificar, porque antes de empezar con el tratamiento
y el cambio de alimentación, mi pronóstico a cinco años era muy desalentador,
con sólo un 5% de supervivencia. Yo le di la vuelta a la tortilla, y en vez de
quedarme con que el 95% de los pacientes mueren, me convencí de que tenía que
ser del 5% que sobrevive. Han pasado 7 años, desde entonces. Una quimioterapia,
que en principio iba a ser paliativa para alargar la vida, se convirtió en
curativa. Y en ese cambio, creo que influyó el cambio en la alimentación y el
estilo de vida. No soy capaz, por tanto, de cuantificar, pero lo que es seguro
que lo que esperaba la medicina tradicional de mí es que hubiera fallecido.
Por tanto, tuviste un cambio de vida…
Si, un cambio en positivo. Fue
positivo que el tratamiento fuera más efectivo. Además la aplicación de la
quimioterapia me generó muy pocos efectos secundarios, en la medida que combiné
el tratamiento de vida con ese nuevo estilo de vida. Lo que intento divulgar, y
eso es muy importante, es que lo que propongo es un complemento, que suma en
positivo.
¿Cómo ves desde tu perspectiva que haya determinados sectores médicos
que se resisten a subrayar la importancia de ese tipo de cambios alimenticios
en, este caso, en la curación para el cáncer?
Siempre
insisten mucho en los métodos tradicionales, pero se resisten a utilizar
elementos nuevos.
Bueno, yo creo que en ese aspecto
influye mucho la formación. Nuestra formación tradicional es muy terapeútica, centrada
en el diagnóstico, muy enfocada en el paradigma tradicional de la medicina. Y
es cierto, que todo aquello que se sale de lo oficial, no se forma en la
Facultad y luego en la formación hospitalaria. Al día de hoy en España, si lo
médicos quieren tener conocimientos complementarios sobre alimentación o una
terapia complementaria, tienen que recurrir a la autoformación, porque todavía
no existen otras alternativas. Normalmente, además, el médico cuando se
enfrenta a lo que no conoce, tiende a decir siempre no, porque no lo conoce. Y
aquello que no conoces, pues no lo recomiendas. Por suerte, sobre todo la
generación de médicos más jóvenes empieza a leer. Cada vez son más los médicos
que prescriben un cambio de alimentación y estilo de vida.
¿Qué le dirías a un enfermo de cáncer? ¿Qué le aconsejarías hacer,
teniendo en cuenta que en ningún caso estamos hablando de prescripciones, si no
de recomendaciones desde tu experiencia?
Algo que siempre afirmo es mantenerse
en la esperanza. Mantener vivo el deseo de vivir. Después decirle que si toma
una actitud activa sobre su enfermedad, podrá enfrentarse de mejor manera. No
estoy hablando de tratamientos mágicos, esto es importante. Esos elementos, son
el cambio de la alimentación, la actividad física si es posible, y por último
una mente más tranquila y serena, que influye de manera efectiva en el
tratamiento. El enfermo tiene que ser activo, que busque y que se implique en
las soluciones a su enfermedad.
¿Cuáles crees que son los cambios alimenticios que deberíamos hacer en
nuestro estilo de vida? ¿En qué consisten esos cambios alimenticios?
En primer lugar, apostar más por una
dieta mediterránea tradicional. Esto implica abandonar la comida ultraprocesada,
el azúcar, la carne, especialmente la roja y el embutido. Reducir el consumo de
lácteos, de aceites vegetales refinados, y apostar por los componentes básicos
de la dieta mediterránea, en la que también juegan un papel importante los
frutos secos. No hay que hacerse vegetariano si una persona no lo desea, pero
el 80% de nuestra alimentación tendría que venir del mundo vegetal. Son también
importante las técnicas culinarias, con las que hay que tener un especial cuidado.
Es recomendable utilizar aquéllas que podemos definir como “suaves”: el crudo,
el hervido, el vapor, y descartar la fritura, la barbacoa y las parrillas.
Básicamente ese sería el estilo de vida por el que apostaríamos.
¿Y dentro de ese nuevo estilo de vida, cuáles son los alimentos clave,
los que de manera indispensable tendríamos que tener en nuestra dieta?
Uno de ellos serían las aromáticas y
las especias. Especialmente cúrcuma, jengibre y perejil, que deberían estar
presentes en nuestro día a día. En concreto las dos primeras, son especias muy
antiinflamatorias. Y el cáncer se relaciona con la inflamación crónica. Después
me quedaría con las semillas, y en concreto con las semillas de lino, que son
más económicas por ejemplo que las de chía. Dentro de las hortalizas me
quedaría con tres: ajo, cebolla y brócoli. El caso de las frutas es más amplio,
porque depende de la temporada. Ahora, por ejemplo, es un buen momento para los
cítricos y las fresas.
Junto a esos alimentos, es indudable que hay una forma de vida. Sé que
es una pregunta tópica, pero de una u otra manera nuestra vida gira en torno a
ese concepto difuso que denominamos stress. ¿Qué papel juega el stress en el
cáncer?
Es un elemento que también puede
tener su peso. Ciertamente, el papel jugado por la alimentación y el estilo de
vida es difícil de cuantificar, pero sí conocemos que el stress crónico puede
influir en el inicio y en la progresión de la enfermedad tumoral. Y sabemos que
por un mecanismo fisiológico, cuando hay un stress crónico, hay una
inmunodepresión e inflamación, y por tanto más riesgos de desarrollar la
enfermedad. Tenemos que asumir que el stress forma parte de nuestra vida, y es
muy difícil evitarlo, pero hay que aprender a manejarlo. A través del yoga, la
meditación podemos aprender a manejar ese stress. El stress por ejemplo, es un
elemento que juega un papel significativo en mujeres con metástasis en el
cáncer de mama.
¿Crees que vamos hacia un nuevo paradigma en la alimentación?
Existe una nueva concienciación en
torno a la salud y el mantenimiento de las enfermedades. Es verdad que hay un
sector de la población, que todavía está bastante desinformado, que no presta
atención a lo que come. Creo que también hay una componente económico de salida
de la crisis. Porque durante ésta es cuando peor se ha comido en España, porque
la comida ultraprocesada es tan barata, que mucha gente con una dieta saludable
la ha abandonado. Parte de esa salida de la crisis coincide con una orientación
de la alimentación hacia una dieta más mediterránea. Estos cambios vienen para
quedarse.
Uno de los elementos que pasa desapercibido, y que es un fenómeno
complejo, es el uso de la cosmética. Es cierto, que, en principio, no genera
ningún tipo de toxicidad, pero estamos hablando de productos que se aplicarán
durante décadas sobre las pieles, ¿deberíamos cambiar también hacia una nueva
cosmética?
La cosmética tradicional puede
contener sustancias, que sí que se pueden relacionar con un mayor riesgo de
cáncer, especialmente de mama, como son los parabenos o los ftalatos y que
conocemos también su repercusión endocrina, por lo que es necesario que optemos
por una cosmética, más natural, si puede ser certificada como ecológica, para
que esté libre de las sustancias qua antes he comentado.
En tus trabajos, siempre destacas la importancia del yoga, como una
terapia fundamental, ¿Cuáles crees que son sus beneficios, en el caso del
cáncer?
El yoga se ha estudiado,
especialmente en las mujeres con cáncer de mama, que ayuda a dormir mejor, reduce el insomnio, ayuda a reducir el dolor,
el stress, la depresión y mejoran el estado de ánimo de quienes lo practican.
Por varios motivos, uno porque estás haciendo ejercicio, que siempre es
beneficioso, y que puede ser más o menos suave, lo que hace que se adapte a las
circunstancias de cada enfermo. También te ayuda a concentrarte, a mejorar tu
salud postural, a meditar…
Junto al yoga, subrayas en tus trabajos la importancia de diversas
técnicas orientales físicas y psíquicas, ¿por qué crees que son más útiles que las
occidentales, o en realidad las consideras complementarias?
Bueno, están muy enfocadas al
cuerpo-mente, no sólo al cuerpo. El enfermo con cáncer necesita hacer
ejercicio, pero no sólo por la evolución de la enfermedad, sino para tener una
mente calmada y pacífica. Por eso, todas las técnicas que aúnan cuerpo-mente
son beneficiosas. El Taichí, el Chi-Kung o el Yoga.
¿Cuáles son tus nuevos proyectos, en qué estás embarcada ahora?
Bueno, ahora estoy centrada en la
promoción del nuevo libro, Recetas para
vivir con Salud, que es un libro solidario apoyando a la Asociación de
Oncología integrativa, y que busca mejorar las condiciones de vida de los
enfermos de cáncer. Muchos de los aspectos que hemos hablado, el yoga, la
meditación, queremos que llegue a los hospitales españoles. Además, es un libro
que no solo habla de cáncer, sino también como mantener la salud con recetas de
cocina que han diseñado grandes chefs.
Te estás convirtiendo en una influencer sobre temas de nutrición y su
relación con el cáncer, ¿cómo es tu experiencia como escritora?, ¿Qué es lo que
te está aportando?
Es una experiencia fantástica. Yo soy
médico de formación, pero siempre había querido escribir. Y, en mi caso, la enfermedad me dio la
oportunidad para hacer sueños que habías tenido. Los tenía aparcados porque
antes de la enfermedad trabajaba como médico. Por tanto, he tenido ocasión de
hacer algo que siempre había querido: escribir. Y además, escribir es muy
terapeútico. Y luego, lo bonito del blog, de las conferencias de los libros, es
el feedback de la gente. Cuando alguien te da las gracias, porque le has
ayudado, porque le has aportado esperanza, herramientas para cuidarse. Eso es
muy gratificante.
Odile Fernández es una médica de
familia, que hace 7 años sufrió un cáncer de ovario con un pronóstico negativo.
A partir de un largo periodo de tratamiento clásico, comenzó a establecer una
estrecha relación entre la alimentación y su enfermedad. Parte de sus
experiencias personales y su investigación como profesional de la medicina, han
sido recogidas en diversos libros, que se han convertido en best-sellers Mis Recetas Anticáncer: alimentación y vida
anticáncer (Urano), Mis Recetas de
Cocina anticáncer (Urano), Mi
revolución Anticáncer (Planeta), y el más reciente, Recetas para vivir con Salud (Planeta). En este último acompañada
en este caso con los chefs más prestigiosos del país, desde Adrià a Berasategui.
Su blog Misrecetasanticancer, es uno
de los más visitados, dentro de los paradigmas de la Nueva Alimentación y el
cambio de vida que estamos teniendo.