Revista VERDEMENTE-La Guia Alternativa de Madrid

miércoles, 12 de julio de 2017

MINDFULNESS, Sin los Tres Entrenamientos es Nada, por Ramiro Calle

Que Occidente tiene un dudoso privilegio para aguar, desdibujar, desnaturalizar y prostituir muchas de las enseñanzas de autodesarrollo de Oriente es un hecho tan deplorable como innegable; que su capacidad de falsear dichas enseñanzas es desmesurada, es un hecho tan lamentable como cierto. Así no es de extrañar que los que podríamos denominar neoyoga, neotantra, neovedanta, neozen y demás hayan sido tan distorsionados y siempre con el mismo fin: rentabilizar y mercantilizar, sin importar a muchos de sus difusores que sea una traición a la esencia misma de tales tradiciones. 
Y ningún método de autorrealización de Oriente suele salvarse de tal deformación. Se hace necesario desenmascarar tales intentos por falsear las genuinas enseñanzas, omitiendo algunos de sus principios más medulares, haciendo falsas promesas de que se pueden encontrar atajos para llegar al cielo y de que no es necesario desplegar el esfuerzo. De todo ello no se ha salvado el tan traído y llevado ahora mindfulness. Término que, para empezar, no debería suplir al castellano de “Atención”. Pero las modas son las modas y si vienen de USA aún son más irresistibles y mecánica y ciegamente imitadas. 
Pero bien se puede aseverar que mindfulness sin la triple disciplina o triple entrenamiento es simplemente nada. Para empezar porque no hay nadie que logre estar atento si no se entrena metódica y asiduamente para ello, pues es como si me piden a mí que corra los diez mil metros sin un previo y concienzudo entrenamiento. Nadie logra estar atento porque se le diga que lo esté, como no basta pronunciar la palabra "luz" para que la lámpara se encienda. Estamos demasiado dormidos y automatizados como para lograr estar atentos ni siquiera un minuto sin un previo y sistemático entrenamiento para cultivar y desarrollar esa preciosa función de la mente que es la atención, y de la que Buda dijo: "Declaro que es poderosa en todo momento y circunstancia", igual que en el Dhammapada podemos leer: "Los que están atentos están vivos, pero los que no es como si ya hubieran muerto". Se desarrolla la flexibilidad llevando a cabo con constancia estiramientos y se gana en atención ejercitándose a tal fin mediante las oportunas técnicas meditativas. De otro modo, por mucho que a una persona se le diga que esté alerta, no lo conseguirá nunca en la vida diaria: pues incluso ya es difícil estarlo aún con el entrenamiento metódico oportuno. 
Igual que se entrena un músculo para desarrollarlo y fortalecerlo, hay que entrenar ese "músculo" sutil que es la atención. Todos tenemos en principio la atención muy debilitada y de nada sirve, si no nos ejercitamos a tal fin, que se nos diga "estate atento al caminar o al hablar o al amar". La negligencia mental, el descuido de la mente es tal, que se requiere una práctica asidua, que es la meditación, y complementarla, sí, estando luego más atentos al preparar una taza de té, dar un paseo, oler una flor o estar en la profundidad de una caricia. Por tanto, insistiendo en ello, si una persona quiere estar más atenta, tiene que entrenarse en serio y de otro modo pensará que está atenta sin estarlo o fallará una y otra vez en el intento.
Pero incluso la atención por la atención, el denominado mindfulness por el mindfulness, es de corto alcance si no va apoyado por otras dos disciplinas. Además de la del cultivo de la atención: la disciplina ética o virtud y la disciplina para el desarrollo del entendimiento correcto, visión lúcida o sabiduría. La virtud impide aplicar la atención con malos fines y la sabiduría nos enseña a poner la atención al servicio de buenos pensamientos y sentimientos. Hay una atención debida y otra indebida. ¿Acaso no está muy atento un torturador, un kamikaze, un verdugo o simplemente un ladrón? Pero es atención indebida, que nace de la ausencia de virtud y sabiduría.
En las enseñanzas de Buda se pone el énfasis en el cultivo de la atención para adquirir una lucidez que hace posible el desasimiento, el desapego, la visión de lo transitorio, el control del ego y el mejoramiento humano. No el apego, la competencia, el culto a la personalidad, el egoísmo, el poder sobre los demás, el aferramiento y el cultivo de la máscara de la personalidad. No el ser más fuerte en los negocios, ni saber mejorar la capacidad de dominar y manipular, ni ser más brillante que los otros para intensificar el propio narcisismo. Todo eso es muy americano, claro, pero está en las antípodas del verdadero vipàssana y satipathana mostrados por el Buda y los grandes maestros de la Humanidad.
Hay muchos libros sobre la atención que palidecen al lado de los que toda persona seria debería leer sobre el tema, y que son "El Corazón de la Meditación Budista" y "El poder de la Atención", de mi admirado amigo Nyanapoika Thera y al que tantas veces acudí a entrevistar a su ermita en Kandy (Lanka). Han sido fiel y magistralmente traducidos por Almudena Hauríe Mena,para evitar aquello de "el traductor es el traidor". La atención es el faro, filtro y custodio de la mente, una gema de gema, una luz en la senda hacia afuera y el viaje a los adentros, pero la atención hay que ponerla al servicio de la evolución consciente y de humanizarnos y no de la involución y la deshumanización. 
Ramiro Calle
©VerdeMente, 214

martes, 11 de julio de 2017

Miedo y Meditación, por Juan Manzanera

La vida está llena de inseguridades, imprevistos e incertidumbres. A menudo nos encontramos con situaciones que nos llevan a sentirnos indefensos y desamparados. En un mundo en que todo es efímero, cambiante e impredecible es inevitable experimentar miedo. Aunque tengamos recursos para desentendernos de su presencia, no es raro que nos asalte y nos domine. Por miedo permitimos abusos y maltratos, por miedo nos limitamos, por miedo hacemos daño y destruimos lo que amamos, por miedo cometemos errores imperdonables y desperdiciamos la vida. El miedo nos lleva a ir en contra de nosotros mismos y nos impide desplegar el potencial como ser humano. 
Múltiples experiencias señalan la presencia del miedo. La ansiedad, la depresión, las adicciones, las obsesiones, etc., en general los trastornos mentales, indican sentir algún tipo de amenaza y temor. Una de nuestras necesidades más acentuadas es el anhelo de seguridad, sin embargo, la vida es insegura por naturaleza y por mucho que nos esforcemos, nunca llegamos a sentirnos completamente seguros. De modo que el miedo forma parte de la vida. Todos tenemos miedo, en esto somos iguales todas las personas. La diferencia entre unos y otros reside en nuestra habilidad afrontarlo, manejarlo y para convivir con él. 
Ahora bien, es preciso reconocer que el miedo no es malo en sí mismo. Es una reacción emocional que nos ayuda a estar alerta ante lo que puede resultar dañino y nos permite anticipar respuestas para defendernos o escapar. Además, nos hace estar más despiertos y atender lo que nos rodea con más cuidado. Sirve para evitar accidentes y desgracias, y es útil para anticipar situaciones peligrosas. Todos los seres vivos estamos programados para sentir miedo cuando percibimos peligro, y llega a formar parte de nuestro temperamento.
Podemos decir que el miedo es una reacción normal cuando se dispara en el momento apropiado y ante una situación peligrosa, y cuando se reduce hasta desvanecerse al finalizar la situación. Es normal cuando su intensidad es proporcional a la situación con que nos enfrentamos. Sentimos miedo sólo cuando percibimos o imaginamos algún peligro; por lo tanto, si no somos conscientes de un peligro podríamos no tener miedo en situaciones verdaderamente peligrosas.
Ahora bien, podemos sentir miedo en situaciones inofensivas si las percibimos como peligrosas. En tal caso, hablamos de un miedo nocivo. El miedo es dañino cuando se activa con excesiva frecuencia y su intensidad no se corresponde con lo que está sucediendo. También lo es si es una reacción que se repite a menudo sin motivo aparente y perdura demasiado tiempo. El miedo nocivo surge ante la posibilidad o el recuerdo de un suceso que no está sucediendo.
Manejar el miedo
Para manejar el miedo, lo primero importante es reconocerlo. Con frecuencia, nos sentimos mal, inquietos y desconcertados pero no somos capaces de percatarnos de que detrás de todo eso hay mucho miedo. Es preciso darse cuenta y saber aceptar que se tiene miedo. Percibir el miedo, vivirlo en el cuerpo y reconocerse con miedo es el primer paso para sanarlo. Esto no es nada fácil, pues a menudo escondemos el miedo detrás de reacciones emocionales intensas como la ira o la tristeza. 
Lo siguiente es indagar e identificar a qué le tememos. Esto requiere una cierta capacidad de introspección. Sabemos que tenemos miedo pero es preciso saber a qué se debe. Hay muchas formas de miedo, desde el miedo a algún tipo de muerte hasta el miedo a la vida misma, pasando por el miedo a cometer errores, al rechazo, a no ser capaz, a la ira, al fracaso, al futuro, a la crítica, a los insectos, a la enfermedad, al abandono, a la locura, al descontrol, etc. Conocer cuáles son nuestros miedos es el segundo paso.
Cuando reconocemos nuestros miedos es de gran ayuda recordar que todo el mundo tiene miedo en situaciones poco familiares, y que es una respuesta normal. Para poder afrontarlo, necesitamos aceptar que cierta dosis de miedo es algo natural e incluso necesaria; debemos saber que temer y rechazar el miedo es un obstáculo para solucionarlo. Por consiguiente, el objetivo no es eliminar el miedo sino regularlo y reducir su exceso. 
La única manera de superar el miedo es enfrentarlo. Un miedo puede desaparecer, pero hasta que no seamos plenamente conscientes de la experiencia no conseguiremos superarlo. Así, una de las estrategias más efectivas es familiarizarse con la experiencia de miedo y entrenarse en ciertas circunstancias controladas a sentirlo. Se trata de acercarse con perseverancia y continuidad a situaciones que producen un ligero miedo. No es necesario vivir en peligro, es suficiente enfrentarse a pequeños miedos y vivirlos conscientemente. 
Un error que solemos cometer cuando tenemos miedo es juzgarnos y sentirnos culpables. A veces incluso sentimos vergüenza de tener miedo. Es más sano ver el miedo como algo que tolerar y aprender a convivir con él. 
Meditación
La manera más útil de manejar el miedo es mirarlo y vivirlo con la máxima conciencia; se trata de llegar a sentirlo como una experiencia más de la vida. Muchos miedos se empiezan a resolver haciendo meditación pero meditar es una preparación para dar el paso definitivo de vivir el miedo en una situación dada. Cuando tenemos miedo a algo muy concreto lo mejor es enfrentarse a ello; sin embargo, no siempre tenemos la fuerza mental para hacerlo.
Meditar en el miedo significa tratar de experimentarlo con plena atención. Para ello cuando nos sentamos a meditar, traemos la situación que nos da miedo y tratamos de vivirla con la máxima intensidad y claridad de que seamos capaces. Ante la experiencia de miedo observamos lo que nos sucede. Veremos ciertas sensaciones corporales, reacciones emocionales, pensamientos, imágenes, etc. Observamos todo lo que pasa en el cuerpo y la mente como descubriendo qué significa realmente sentir miedo. Se trata de contemplar con curiosidad evitando rechazar la experiencia. 
Notaremos numerosas resistencias internas a sentir miedo, así como el deseo a que la meditación sirva para que desaparezca. Pero buscamos mantener una actitud impecable de curiosidad, ignorando cualquier interferencia en la experiencia de miedo. La meditación consiste en mirar con imparcialidad y aceptación la incomodad, el desagrado, la necesidad de sentirnos seguros, la culpa, la vergüenza, etc. Respiración a respiración buscamos la manera de abrir un espacio interno para acoger el miedo. Queremos dejar de oprimirlo y rechazarlo; queremos encontrar una relación nueva con el miedo. Aquí es preciso confiar plenamente en la práctica de meditación, confiar en el poder de la conciencia y en uno mismo. 
El efecto de hacer esto es que empezamos a reconocer que el miedo no nos invade totalmente. Es decir, sólo ocupa una parte en nuestro interior. Al principio parece que estamos poseídos por la experiencia de miedo, pero conforme lo observamos y profundizamos en nuestro interior, descubrimos algo más allá del miedo. Es similar a una nube flotando en el cielo. En nuestro espacio interno flota el miedo como una experiencia más; desagradable e incómoda pero tan solo una experiencia más.
El amor y la compasión
En muchos casos, una estrategia más potente para trascender el miedo es meditar en amor y compasión. Aquí lo que hacemos es envolvernos y llenarnos de en un profundo sentimiento de amor, compasión, gratitud y perdón. La presencia del amor en nuestro interior desplaza y disuelve la experiencia de miedo.
En esta práctica, primero nos hacemos conscientes del miedo y nos permitirnos sentirlo, evitando el rechazo y la huida. Dejamos que la experiencia se mantenga y empezamos a sentir amor. Podemos empezar recordando a una persona que nos sea muy querida y dejamos que el pensamiento de ella nos sirva para despertar amor. Luego, dejamos que el amor crezca hacia otros seres queridos y hacia nosotros mismos. Dejamos que el amor nos invada y nos envuelva. De modo que sentimos miedo pero estamos envueltos de amor. Podemos expandir el amor a todas las personas que tienen miedo como nosotros y dejar que ese amor penetre por todo nuestro cuerpo. Tenemos que darnos el tiempo suficiente para sentir el amor ocupando el cuerpo. Finalmente, se trata de sostener la experiencia y dejar que el amor ejerza su efecto sobre el miedo. 
La misma práctica puede hacerse invocando la compasión, la gratitud o el perdón. El estado final es vislumbrar la claridad interna donde flota el miedo. Un espacio en donde hay paz y seguridad. Ver el miedo desde esta perspectiva nos libera de él y nos reconcilia con nuestro ser más profundo.
Juan Manzanera
Escuela de Meditación

domingo, 9 de julio de 2017

Entrevista a Fernando Rodrigo: La Nueva Alimentación

1.-Fernando, ¿Cómo definirías el concepto que tienes sobre la nutrición?
Defiendo la "comida real" o "real food". Me parece fundamental eliminar al máximo posible los alimentos altamente procesados, llenos de grasas artificiales, azúcares, refinados, saborizantes... y basar nuestra alimentación en alimentos, que no productos. Me refiero con ello a Frutas, verduras, legumbres, tubérculos, pescados, carnes, huevos, frutos secos y un buen aceite de oliva virgen extra me parecen unos cimientos fantásticos. 
2.-¿Qué opinión tienes sobre otros alimentos como cereales o germinados? Podrían catalogarse como comida real?
Los germinados me parecen bastante interesantes, son un alimento vivo y denso nutricionalmente. En cuanto a los cereales tengo mis reticencias. Cuando hablamos de cereales inevitablemente debemos mirar al trigo, el que más consumimos en España, y tenemos que tener en cuenta que este trigo actual nada tiene que ver con los trigos de antaño. Por ejemplo, las variedades de ahora tienen una cantidad de gluten elevada. Además existen dos factores negativos añadidos. Su pobre contenido en nutrientes comparado con otros alimentos como frutas y verduras. Y el formato en el que llega al consumidor, como panes de baja calidad, bollería industrial, cereales azucarados para el desayuno. En fin la lista es interminable y catastrófica para la salud.
Si consumimos pan recomendaría que fuera de masa madre, elaborado a partir de cereales lo menos manipulados posibles como centeno, trigo sarraceno-kamut o elaborarlo nosotros mismos controlando todos los procesos.
Consumo de cereales sí, pero esporádico y de calidad. Éstos no deberían formar parte de la base de nuestra alimentación, como propone la manida pirámide nutricional.
3.-¿Cuál sería para ti la pirámide nutricional más adecuada para el Mantenimiento de la salud?
El elemento fundamental deberían ser las frutas y las verduras. En un segundo escalón los pescados, huevos, legumbres, tubérculos, frutos secos, alimentos fermentados (vegetales y lácteos) y carnes de pasto. También grasas de calidad como el aceite de oliva virgen extra o las del aguacate. Y en un tercer escalón, de consumo puntual, estarían los cereales. Lo siento por ellos pero están sobrevalorados.
4.-Has nombrado antes la carne de pasto, ¿A qué te refieres con ello?
Carne criada de la manera más natural posible, nada de ganadería intensiva. Animales que han correteado libremente y comido la mayor cantidad de pasto posible. También evito pescado de piscifactoría y huevos de gallinas enjauladas. Por ética y por valor nutricional.
5.-¿Qué opinas sobre los fermentados que tan de moda están ahora? ¿Los elaboras tu mismo?
Me interesa mucho todo lo relacionado con la salud intestinal. En mi dieta no faltan buena cantidad de alimentos prebióticos y probióticos. Es difícil encontrar fermentados de calidad, sobre todo que no hayan sufrido tratamiento térmico, lo que elimina sus propiedades beneficiosas para nuestro intestino. Así que los preparo yo mismo, sobre todo vegetales encurtidos, también chucrut, kimchi y tempeh. Los lácteos fermentados los compro ya preparados, si buscas un poco encuentras alguna opción interesante. Ahora estoy trasteando con la chicha andina, una bebida fermentada con la fruta como base. 
6.-¿Podrías recomendarnos algún prebiótico?
Si claro, los vegetales en general son una buena fuente de fibra no digerible que sirven de alimento para nuestras bacterias intestinales, como ocurre con los espárragos y alcachofas.
El almidón resistente también es una buena fuente. Una manera fácil de obtenerlo es consumiendo la patata cocinada de un día para otro habiéndola enfriado en la nevera y calentándola posteriormente. También lo encontramos en yuca y plátano macho por ejemplo.
También podemos incorporar en nuestra dieta compotas de frutas como manzana y peras o zanahorias cocidas muy ricas en pectinas, otro interesante prebiótico.
7.-¿Qué opinas de opciones como el veganismo?
Respeto profundamente las decisiones que cada uno tome en su vida. La mayoría de veganos lo son por cuestiones éticas, cosa que me parece perfecta. No hay dietas buenas ni malas, hay dietas bien o mal estructuradas. Además, llevar una dieta omnívora no significa que vaya a ser más completa, la mayoría de gente come omnívoro y una gran mayoría lo hace fatal. 
8.-Muy bien, ¿Qué aconsejarías a nuestros lectores para mejorar su cultura culinaria?
Se me ocurren muchos consejos alrededor de la comida. Por ejemplo, Ir al mercado y menos al supermercado, dejarse aconsejar por los tenderos, comprar productos de temporada, proximidad y variado. Atreverse y echar a la cesta cosas nuevas. Cocinar mucho, divertirse, aprender recetas nuevas, salir de la zona de confort gastronómica. Si pones todos estos consejos en práctica inevitablemente irás adquiriendo cultura culinaria, te desenvolverás mejor en la cocina, serás capaz de improvisar, de gestionar mejor tus menús, en definitiva, dejarás de depender de la industria alimentaria para comer y tu salud lo agradecerá. 
Cocinar es un verdadero acto de amor hacia uno mismo y los demás. 
9.-Tu labor en el mundo de la nueva Nutrición es muy intensa: jefe de cocina, Coaching Nutricional, pero también en el ejercicio físico, ya que eres monitor de Animal Flow o Kettlebell. ¿Cómo haces para integrar todo ello?
Para mí los 3 pilares fundamentales de la salud son la alimentación, el movimiento y el control del estrés. En ocasiones nos limitamos al "come sano y haz deporte" como si fuera tan sencillo... Gestionar las emociones, encontrar la motivación, conocernos y no recurrir a la comida como refugio a nuestros problemas es fundamental. Creo que es un problema multifactorial que requiere una intervención multidisciplinar. 
10.-¿Qué te impulsó a lanzarte a un proyecto como el que defiendes en tu libro Historias Deliciosas?
Se trata de un libro de cuentos infantiles (y no tan infantiles) junto a recetas de cocina. Lo escribí con el propósito de que padres e hijos compartiesen más tiempo juntos, esa es la misión de “Historias Deliciosas”. Además, creo fundamental que los más pequeños aprendan a cocinar y no le tengan miedo a un brécol o un chipirón. Puede sonar a ciencia ficción pero igual dentro de unos años los más pequeños creerán que una manzana es esa gelatina que se chupa de un divertido sobre de colores. Además, los cuentos me parecen una estupenda herramienta para mejorar la inteligencia emocional. El libro va ligado a una función social, que para mí era importante. Parte de los fondos van destinados para EDUCO, una ONG, que pelea todos los días, para conseguir becas comedor para los escolares con menos recursos. Creo que una de las relaciones más nocivas existentes en la actualidad es la establecida entre la gran industria alimentaria y la infancia, por su repercusión futura.
11.-Una última pregunta Fer, ¿Qué les dirías a los lectores, “cocinar o cocinad”?
Soy más de infinitivo que de imperativo. Creo que la cocina, como parte de una forma de entender la vida, debemos encontrarla individualmente.

Acerca de Fernando Rodrigo
Fernando Rodrigo es cocinero, desde hace más de 20 años. En la actualidad es Chef en el hotel NH Madrid Paseo de la Habana. Es una de las caras más conocidas de la denominada “paleodieta”, una forma de consumo alimenticio que rechaza los productos procesados. La publicación de su libro “Historias Deliciosas”, supone un acercamiento amable a la relación de la cocina entre padres e hijos, con el objetivo de educar emocional y nutricionalmente.

Entrevista: Pedro Gracia Feito/Revista VerdeMente
©VerdeMente, 214

domingo, 2 de julio de 2017

VerdeMente 214, Ya Disponible

Ya disponible el nº 214 de VERDEMENTE. Tu mejor compañera. Sumérgete en sus contenidos: ENTREVISTA A EspiChef​, Artículos de Ramiro A.Calle​, Daniel Gabarró​, Lalita Devi DanzaCentro de Yoga Sivananda MadridMeditación Juan Manzanera OsteoFisio Salud Postural Global - Centro de Fisioterapia y Osteopatía mucho más. NO TE PIERDAS EL ESPECIAL DE VERANO MENSUAL CON INTERESANTES OPCIONES Y NUEVAS FORMACIONES
Podéis descargarla o leerla desde www.verdemente.com o en el siguiente enlace...
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Nos vemos en Septiembre
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