Revista VERDEMENTE-La Guia Alternativa de Madrid

lunes, 24 de abril de 2017

Ángela Tello. Intolerancia a la lactosa

Intolerancia a la lactosa
¿Por qué la leche no me sienta bien?
La información que desde hace generaciones nos proporcionan tanto las compañías lácteas como la medicina tradicional, es que tomar leche y productos lácteos es algo imprescindible y casi obligatorio porque de ello depende nuestra salud ósea. Pero la inteligencia que subyace en nuestro organismo nos revela otra confidencia que es mucho más sincera, aunque por desgracia el miedo que se nos ha inculcado desde que éramos pequeños es mucho más fuerte que cualquier otro razonamiento lógico. 
El motivo por el que la leche no sienta bien es porque ciertas personas no tienen niveles suficientes de una enzima llamada lactasa, esta se encuentra en el intestino y es quien metaboliza a la lactosa (el azúcar de la leche). El hecho de no contar con la adecuada concentración de lactasa suscita síntomas gastrointestinales, tales como flatulencia, hinchazón, calambres, retortijones y diarrea en algunos individuos. Todos estos síntomas deberíamos entenderlos como un rechazo manifiesto de nuestro cuerpo. 
Lo normal es ser intolerantes a la lactosa
Lo primero que tiene que quedar claro es que lo normal
es ser intolerante a la lactosa o volverse intolerante a ella en algún momento de nuestra vida. Partiendo de esta afirmación lo siguiente que debemos entender es que las personas que toleran la lactosa es por que han sufrido una mutación genética.
Si ahora te digo que el 75 por ciento de la población mundial es intolerante a la lactosa ¿esto te dice algo? No es ninguna frivolidad encontrarse con valores tan altos de intolerantes a este azúcar, es cuando menos curioso, dado que se supone que la leche y sus derivados son un superalimento indispensable para nuestro bienestar óseo desde hace miles de años. 

Para detallar un poco más este lío diré que lo normal es que en algún momento de nuestra vida nos volvamos intolerantes a la lactosa. La inteligencia natural ha diseñado a nuestro cuerpo para tolerar la lactosa justo en los primeros años de vida, es decir, en el momento de lactancia, por ello, cuando nacemos tenemos los niveles de la enzima lactasa en su más alta concentración, esto nos prepara para asimilar la lactosa que trae la leche de nuestra madre. No obstante a partir de los 8 años de edad, estos niveles empiezan a descender y los porcentajes de lactasa activa se reducen a un 5 o 10 por ciento. Sabemos que en algunas poblaciones las personas son más tolerantes que en otras, esto tiene que ver con la zona geográfica donde nuestros antepasados empezaron a consumir leche, es decir, que la tolerancia a la lactosa se debe a una mutación genética heredada. 
A través de varios estudios sabemos que la hormona de crecimiento que contiene la leche de vaca estimula el crecimiento anormal de las células prostáticas, ováricas y mamarias en los seres humanos, lo que aumenta el riesgo de contraer cáncer. Esto se debe a que una vaca que esté en etapa de gestación y de amamantado sufre una revolución hormonal dentro de sí. La leche es un líquido con una gran carga hormonal, necesaria para que un ternero crezca a una velocidad abismal comparada con la de los seres humanos. Por todo ello y en este sentido, resultará fácil entender que las personas intolerantes a la lactosa podrían estar más protegidas que aquellas que son tolerantes.
Llegados a este punto y haciendo uso de nuestro sentido común, creo que deberíamos preguntarnos si es normal ingerir hormonas de una animal cuya naturaleza no tienen nada que ver con los seres humanos. Reitero que no hace falta ser un médico o científico en la materia. La leche animal contiene hormonas de crecimiento para que se desarrollen el ternero, el cabrito o el cordero, mientras que la leche humana las contiene para que crezca el niño.
La leche no previene la osteoporosis
Desde siempre la leche se ha definido como un alimento indispensable y habitualmente se nos dice que es la única fuente de calcio efectiva para prevenir la osteoporosis. Sin embargo las investigaciones apuntan hacia otra realidad.
De entrada debemos tener en cuenta que en el desarrollo de la osteoporosis influyen por encima de todo los factores genéticos. Alguien que tenga predisposición a desarrollar esta enfermedad lo hará independientemente del consumo de leche que tenga en su alimentación diaria. Por otro lado, sabemos que en poblaciones donde el consumo de leche es alto, la tendencia a sufrir fracturas es mucho mayor que en otras poblaciones que ingieren leche de forma más austera. Analizando esta última parte, tiene mucho sentido que en sitios donde se consume más leche haya más propensión a las fracturas, esto es debido a que cuando se consumen proteínas en exceso, se genera un aumento de la acidez en el pH extracelular y el organismo para equilibrarlo se ve obligado a extraer calcio de los huesos con el consiguiente riesgo de desarrollar osteoporosis.
Para mantener la integridad ósea lo verdaderamente importante es vigilar nuestros hábitos de vida y alimentarios, dado que las pérdidas de calcio óseo se incrementan con el consumo excesivo de proteínas, sal, cafeína, carbohidratos refinados, tabaco y también con el sedentarismo.
Las primeras etapas de vida son cruciales en un ser humano. Si la madre deja de amamantar a su hijo prematuramente, todos los nutrientes que trae la leche materna se habrán perdido para siempre y con ella los beneficios para el futuro crecimiento del bebé.
Fuentes de calcio
Tradicionalmente se ha dicho que el calcio que es capaz de absorber nuestro organismo sólo se encuentra en la leche y sus derivados, sin embargo hoy sabemos que existen otras fuentes de las cuales se puede extraer el calcio, siendo estas incluso más efectivas.
El calcio absorbible está en muchísimos alimentos: col rizada, endivias, brócoli, coles de Bruselas, repollo, lechuga iceberg, brotes de alfalfa, coliflor, perejil, berros, alcachofas, guisantes, soja, tofu, garbanzos, habas, lentejas y por último los germinados también contienen cantidades importantes de calcio totalmente asimilables. 
Es importante tener en cuenta que otro factor decisivo a la hora de absorber el calcio son los niveles de vitamina D, si estos son bajos, aunque bebamos mucha leche el calcio será excretado a través de la orina. 
Para terminar, una vez más insistiré en la necesidad de regresar a nuestros orígenes, a conectar con nuestra esencia, esto significa volver a lo natural, donde no existen los alimentos procesado. Nutre tu cuerpo con productos naturales, tu organismo los reconocerá porque provienen de su misma esencia, la naturaleza. Una dieta frugal sin aditivos es la que verdaderamente nos dará la posibilidad de tener una vida más longeva, saludable y carente de enfermedades producidas por la ingesta de aditivos tóxicos.
Ángela Tello, Nutricionista
©Verdemente 186

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